Luz (velocidad de la)
Diccionario de astronomía, letra L


En la antiguedad diversos científicos se plantearon el problema de si la luz se propagaba a una velocidad finita o infinita. En 1675 el astrónomo holandés Olaf Roemer logró dar una respuesta a esta pregunta.

Observando los eclipses de Júpiter, Roemer se dio cuenta de que los instantes de desaparición de los satélites detrás de Júpiter, previstos en las tablas astronómicas, se anticipaban o retrasaban con respecto a lo que él podía medir, según Júpiter estuviera más cerca o más lejos de nuestro planeta. Roemer dedujo que la anomalía podía atribuirse a que la luz tiene velocidad finita y por lo tanto emplea menos tiempo en llegar a nosotros cuando Júpiter está más próximo, y viceversa.

Las distancias planetarias en aquellas épocas eran conocidas con poca precisión; por lo tanto, el valor de la velocidad de la luz, que el astrónomo pudo calcular de esta manera, fue relativamente impreciso. Sucesivas determinaciones, tanto a través de métodos astronómicos como terrestres (en laboratorio), han llevado al descubrimiento del exacto valor de la velocidad de la luz en el vacío, que es de 299.792, 458 km/seg. (alrededor de mil millones de kilómetros por hora).

Según las teorías físicas modernas, la velocidad de la luz es una constante (se indica con la letra c) cualquiera que sea el sistema de referencia, y también representa el límite infranqueable de velocidad en todo el Universo.

La velocidad de la luz varía (en el sentido de que es ligeramente inferior) según el medio en el que se propaga (aire, agua, etc.).




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