La Astronomía Azteca

La civilización Azteca surgió a partir del siglo X. Su máximo esplendor lo obtuvo entre los siglos XIV al XVI, en los que ocupo desde la actual región central de México hasta parte de Guatemala.

Los aztecas no solo desarrollaron la astronomía y el calendario, sino que estudiaron y desarrollaron la meteorología, como una consecuencia lógica de la aplicación de sus conocimientos para facilitar sus labores agrícolas.

Mitología azteca

La astronomía ejercía tal influencia en la cultura azteca que la mayor parte de sus tradiciones estaban basadas en el comportamiento de las estrellas y planetas.

La representación del cielo (masculino) y Tierra (femenino) estaban determinados por Ometecuhtli y Omecíhuatl, respectivamente. Las eras en la cosmología azteca están definidas por soles, cuyo final estaba marcado por cataclismos.

El primer Sol, Nahui-Oceloti (Jaguar) era un mundo poblado por gigantes, que fue destruido por jaguares. El segundo Sol, Nahui-Ehécati (Viento) fue destruido por un huracán. El tercer Sol, Nahuiquiahuitl, por una lluvia de fuego. El cuarto Sol, Nahui-Ati (agua) fue destruido por un diluvio. Y el quinto, Nahui-Ollin (movimiento) está destinado a desaparecer por movimientos de la Tierra.

Piedra del Sol

El calendario azteca, o piedra del Sol, es el monolito más antiguo que se conserva de la cultura prehispánica. Se cree que fue esculpido alrededor del año 1479. Se trata de un monolito circular con cuatro círculos concéntricos. En el centro se distingue el rostro de Tonatiuh (Dios Sol), adornado con Jade y sosteniendo un cuchillo en la boca.

Los cuatro soles o eras anteriores, se encuentran representados por figuras de forma cuadrada que flanquean al quinto sol, en el centro. El círculo exterior está formado por 20 áreas que representan los días de cada uno de los 18 meses que constaba el calendario azteca.

Como la suma da 360 días, para completar los 365 días del año solar los aztecas incorporaban 5 días aciagos, llamado Nemontemi o "días de sacrificio".

Astronomía azteca

Para los aztecas, la sucesión del día y la noche se explicaba por las constantes luchas entre los astros principales. Dado que durante el día es muy difícil observar la Luna e imposible a las estrellas, los aztecas interpretaban que el sol naciente (Huitzilopochtli) mataba a la Luna (Coyolxauhqui) y a las estrellas.

Para los aztecas, la astronomía era muy importante, ya que formaba parte de la religión. Construyeron observatorios que les permitieron realizar observaciones muy precisas, hasta el punto que midieron con gran exactitud las revoluciones sinódicas del Sol, la Luna y los planetas Venus y Marte.

Otro gran avance astronómico de la civilización azteca fue la predicción de eclipses solares y lunares, así como del paso de cometas y estrellas fugaces.

Moctezuma en Chapultepec

Los nobles y sacerdotes realizaban las labores de observación celeste según rituales nocturnos que les permitían definir sus calendarios. Los templos eran lugares altos para poder seguir la salida y puesta de los astros.

Al igual que casi todos los pueblos antiguos, los aztecas agruparon las estrellas brillantes en asociaciones aparentes (constelaciones). Los cometas fueron denominados "las estrellas que humean".


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