Tsiolkovsky y la astronáutica

Monumento a Tsiolkovsky

Konstantin Eduárdovich Tsiolkovsky (Rusia, 1857 - 1935), fue un destacado físico y matemático soviético. Siendo sólo un niño se quedó sordo tras pasar la escarlatina. Lejos de hundirse, y con el apoyo de su padre, se convirtió en un gran lector, sobre todo de la obra de Julio Verne.

Tras estudiar ciencias en Moscú trabajó como profesor de matemáticas en Borovsk y posteriormente en Kaluga, aunque combinaba la docencia con la investigación. Konstantin Tsiolkovsky era un visionario muy adelantado a su época, e incluso a la época actual.

Llegó a publicar más de 500 trabajos relacionados con los viajes espaciales. Algunos son tan innovadores como bosquejos de cohetes de propulsión líquida, diseños de cabinas presurizadas dobles para proteger contra los meteoritos, giroscopios para el control de altitud o asientos para proteger al piloto contra la aceleración durante el despegue de la nave.

En 1883 realizó un proyecto de nave por retropropulsión para viajes interplanetarios. Unos años después, en 1920, ideaba un cohete integrado por varios módulos que iban desprendiéndose en las sucesivas etapas del viaje. También fue un visionario con los motores espaciales, proponiendo un combustible líquido basado en una mezcla de hidrógeno y oxígeno.

Cohete de Gagarin

La mayoría de sus estudios no llegaron a la sociedad científica hasta 1918. A pesar de ello, buena parte de sus ideas sirvieron para hacer posible que el hombre pusiera en órbita el primer satélite artificial.

Posteriormente, también se utilizaron sus estudios para crear la primera nave espacial pilotada por un ser humano, Yuri Gagarin. El cosmonauta ruso orbitó alrededor de nuestro planeta en un cohete construido según los principios establecidos por Konstantin Tsiolkovsky.


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