Los glaciares son agentes erosivos de gran importancia que, en el pasado, modelaron una buena parte de los paisajes que ahora conocemos en latitudes medias y altas de todo el planeta.
Las enormes masas de hielo desplazándose lentamente por efecto de la gravedad llevan a término una tarea de desgaste implacable sobre los terrenos en que se deslizan, que se puede observar fácilmente en aquellas regiones donde los glaciares han desaparecido. El hielo es capaz de cortar o arrancar enormes rocas que otros agentes erosivos no podrían.
A medida que un glaciar desciende por un valle o avanza a través de una amplia zona, en el caso de las grandes extensiones de hielo, va modelando el terreno. Desplaza las rocas que encuentra a su paso y el hielo rompe y arrastra las subyacentes. Las rocas inmersas en el fondo del glaciar actúan como partículas abrasivas, al lijar y pulir la piedra del lecho sobre el que se desplaza.
En la cabecera del valle de un glaciar, las paredes quedan erosionadas con una forma semicircular denominada circo glaciar. La erosión progresiva y simultánea de estas paredes en distintos lados de una montaña puede dar lugar a lo que se conoce como un cuerno (horn) o pico piramidal. Los valles por los que ha pasado un glaciar tienen forma de U en vez de la forma de V, típica de la erosión de los valles fluviales.
Con frecuencia, el valle glaciar está excavado tan profundamente que las bocas o desembocaduras de los valles tributarios quedan a un nivel superior con respecto al fondo del canal glaciar, originando los llamados valles colgados. Los fiordos son valles glaciares parcialmente inundados por el mar.
Una forma de erosión distinta de los glaciares, pero también provocada por la acumulación de agua en estado sólido, son los aludes. Un alud es el desprendimiento de grandes masas de hielo y nieve que desciende desde las cumbres hacia los valles. A su paso, un alud arrastra la vegetación, dejando una estela de terreno desnudo donde puede actuar más fácilmente la erosión.
Los aludes se producen cuando se acumula mucha nieve en una zona de pendiente elevada, especialmente cuando se deposita sobre otra capa de consistencia distinta que le pueda servir como superficie de deslizamiento, quedando en un equilibrio inestable.
El desencadenante del alud puede tener origen diverso. Se puede producir de forma espontánea cuando el propio peso de una capa supera la fuerza de rozamiento que la mantenía en reposo. También se producen aludes en la época del deshielo, al disminuir la fuerza de fijación. Incluso por el paso de esquiadores o por vibraciones de cualquier tipo.
Una pequeña masa de nieve inicia el descenso. Al apoyar su peso sobre otra hace que también se desprenda. Así, a medida que desciende se van incorporando nuevas masas hasta que puede llegar a adquirir un gran volumen. Es, por tanto, una de las pocas formas de erosión que actúan de forma violenta, en poco tiempo.
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